viernes, 4 de enero de 2013

El Sexódromo: Bacanal en Nueva York




Asistimos a la mascarada babilónica de OneLegUp, el club más sucio de la Gran Manzana. Uno de esos lugares en los que Carrie Bradshaw nunca entraría pero  Luis Landeira, sí.


Babilonia. Capital del vasto imperio que alcanzó su apogeo en el siglo XVIII antes de Cristo. “Un lugar lleno de abominaciones”, según el Antiguo Testamento. Los babilonios eran muy promiscuos y adoraban a Ishtar, diosa del sexo. Sus “prostitutas sagradas” dominaban las artes amatorias y, a cambio de un óbolo, realizaban ritos mágico-sexuales con los extranjeros que llegaban a la ciudad. Muchos milenios después, aterrizo en Nueva York, la moderna Babilonia. Esta noche tengo cita con OneLegUp, la agencia que monta los mejores eventos para adultos de Manhattan. La fiesta de hoy se llama precisamente Exit to Babylon Masquerade, y se celebra en el club Demi Monde, en pleno Distrito Financiero. ¿Precio de la entrada? 25 dólares (unos 20 euros) para las chicas, 100 para las parejas. No se admiten hombres solos, así que me acompañará una amiga, que me ha hecho jurar que “sólo miraremos”.
Para cumplir con el dress code, nos ponemos unas túnicas sexys y unas sandalias. Así salimos a la calle. Por suerte, los neoyorquinos están curados de espantos. A eso de las diez, llegamos a la puerta del club. Nos piden la contraseña y la pronuncio en voz baja: “Temple virgin”. Curioso código para entrar en una catedral venérea... Tras ajustarnos las máscaras –obligatorias hasta la una de la madrugada– nos lanzamos a explorar el amplio y sombrío local. Hay cortinones rojos, sofás capitoné y reservados inquietantes: David Lynch estaría en su salsa. También parecen muy cómodos los 30 ó 40 libertinos enmascarados que ya pululan por el club. Pedimos unos combinados para romper el hielo. En la barra, conocemos a una treintañera rubia que ha venido sola. Nos confiesa que es asidua a estas fiestas: “Mi favorita fue la de Back to school. Vine de colegiala. Al disfrazarme me convierto en otra persona y soy capaz de todo”.
Otros eventos exigían un dress code de carnaval veneciano, de piratas o de locos-años-20. Los porteros son muy estrictos con los disfraces: aquí la fantasía es tan importante como el sexo. Y si no, que se lo digan a las diez “sacerdotisas” que escenifican ritos eróticos con varios “emperadores” sobre una palestra esta noche. Son gogós y admiten tocamientos a cambio de propinas.  


 LOS PORTEROS SON ESTRICTOS CON LOS DISFRACES: LA FANTASÍA ES TAN IMPORTANTE COMO EL SEXO



 Nos sentamos en un sofá e intimamos con una pareja, que nos recomienda las llamadas Eat-In Soirees: “Son fiestas exclusivas que se celebran en lofts. En ellas se hace de todo, porque aquí, en teoría, no se puede follar”. Al parecer, el club OneLegUp cuenta con 40.000 miembros, pero la mayoría asiste sólo a eventos privados.
¡Gong! Entre pitos y flautas, es la una. Todos nos quitamos las mascaritas y nos miramos. Somos feos, guapos, viejos, jóvenes, blancos, negros... El morbo se dispara. Como poseídas por demonios lúbricos, decenas de personas se huelen, se palpan y se besan. Varios sátiros se nos acercan, tanteándonos. Declinamos todas las ofertas y nos conformamos con contemplar el humeante baile de cuerpos que, poco a poco, se despojan de sus túnicas y se funden en una masa de carne viscosa. Se suceden felaciones, masturbaciones, eyaculaciones, cunnilingus... Contra una esquina, veinte personas se arremolinan alrededor de una pareja que fornica en pie, rompiendo la única regla. En los sillones se perpetran tríos, cuartetos y quintetos.
El aire se llena con un pegajoso aroma a sudor, semen y perfumes caros. Es el olor del Sueño Americano.
Cuatro de la mañana. Empachados de alcohol y feromonas, hacemos mutis por el foro. Camino de casa, mi amiga me pregunta qué me ha parecido el club. Le contesto parafraseando a la madre de Jimmy Carter en su primera visita al Studio 54: “No estoy seguro si era el cielo o el infierno. Pero fue maravilloso”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario