Sólo ha pasado un año y el principal activo del techno español vuelve con otro álbum que se diría liberador, sin los bombos apabullantes tan familiares en sus sesiones ni las obviedades IDM (Autechre, para entendernos) que ocupaban gran parte del anterior, Grey fades to green. Su hoja de prensa habla de no esperar ricas armonías ni melodías, sino texturas y sentimiento; y, ciertamente, el sonido, a base de muy pocos elementos, adquiere una riqueza envolvente, casi tridimensional, que evoca parajes industriales desolados. Con su agitación metálica y una especie de temblor subliminal que se intuye más que se oye, los cortes van ganando en presencia rítmica según avanza el disco sin perder el halo de misterio. Una apuesta mucho más valiente y enriquecedora, sobre todo viniendo de alguien que bien podría acomodarse en su posición de intocable
Texto: Félix Suárez